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Un Cuento de Generosidad

Cuentos infantiles, Cuentilandia

La Ardilla y el Cuervo: Un Cuento de Generosidad


Había una vez, en un frondoso bosque lleno de árboles frutales y arbustos llenos de semillas, una ardilla llamada Lila que siempre estaba corriendo de un lado a otro, recolectando alimentos. Lila tenía una increíble habilidad para encontrar nueces, bellotas y semillas, y siempre las guardaba en su agujero favorito, de manera que nunca le faltara comida. ¡Era tan rápida que parecía un rayo en el bosque! Pero había algo que la hacía diferente de los demás animales del bosque: Lila no compartía lo que tenía.


Un soleado día de otoño, cuando las hojas comenzaban a caer y el aire fresco anunciaba la llegada del invierno, un cuervo llamado Ciro voló hacia Lila. Estaba agotado y hambriento después de haber viajado por todo el bosque en busca de algo para comer. Se acercó tímidamente a la ardilla y le pidió:


—Hola, Lila. Estoy tan cansado y con tanta hambre. ¿Podrías compartir algunas de tus deliciosas semillas conmigo?


Lila, mirando su gran reserva de comida, respondió rápidamente con una sonrisa orgullosa:


—Lo siento, Ciro, pero estas semillas son mías. Necesito guardarlas para el invierno. ¡Yo las recolecté y me costó mucho trabajo!


Ciro, un poco triste, le agradeció y voló lejos en busca de algo más. Mientras tanto, Lila continuó su tarea sin pensarlo más. Estaba feliz de tener tantas semillas que no le preocupaba compartir.


El Invierno Llega...


Con la llegada del invierno, el paisaje cambió por completo. La nieve cubría el suelo y los árboles ya no tenían frutos. Lila se acurrucó en su agujero, feliz de tener tantas reservas de comida. Sin embargo, a medida que pasaban los días, Lila notó algo curioso: muchas de sus semillas se habían estropeado debido al frío y la humedad. Algunas, incluso, comenzaron a pudrirse.


—¡Oh, no! —exclamó Lila, preocupada—. ¡Estas semillas ya no sirven! ¿Y ahora qué voy a hacer?


Decidió salir de su agujero para buscar algo más para comer, pero el suelo estaba cubierto de nieve, y los árboles no ofrecían frutos. Desesperada, corrió de un lado a otro, buscando algo para comer, pero no encontró nada.


El Encuentro con Ciro


De repente, vio algo que la hizo detenerse: ¡Ciro! El cuervo, al igual que otros animales, estaba adaptándose al invierno, pero lo que sorprendió a Lila era que Ciro no parecía preocupado. ¡Estaba cantando alegremente desde lo alto de un árbol!


—¡Ciro! —gritó Lila—. ¿Cómo es que tú no tienes hambre?


Ciro sonrió y le dijo:


—Oh, querida Lila, quizás no tienes lo que pensabas que necesitarías. Yo siempre compartí con mis amigos durante el otoño, y ahora me están ayudando. Algunos me dieron pequeñas semillas y otras cositas que encontraron, y no tengo que preocuparme. La generosidad es lo que realmente me ayuda a pasar el invierno.


Cuentos infantiles, Cuentilandia


Lila, avergonzada por su egoísmo, miró al cuervo y comprendió que, aunque había recogido muchas semillas, lo más importante no era tener muchas cosas, sino compartirlas con los demás.


La Lección de Lila


Desde ese día, Lila comenzó a compartir su comida con los otros animales del bosque. No solo les ofrecía sus semillas, sino que también les ayudaba a encontrar nuevas fuentes de comida. Con el tiempo, los animales del bosque se ayudaban mutuamente, y todos pudieron pasar el invierno felices y saludables.


Moraleja: El que guarda todo para sí mismo puede perder lo que tiene, pero el que comparte con los demás recibe mucho más a cambio.

Por: Edgardo Delgado 




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