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El Dragon y El Arcoíris, Cuento Infantil

Cuentos infantiles, Cuentilandia

El Pequeño Dragón y el Arcoíris


En un rincón lejano de un bosque encantado, vivía un pequeño dragón llamado Zazu. Aunque Zazu era tan pequeño que muchos animales del bosque pensaban que era solo un reflejo de la luz entre los árboles, él soñaba con ser un gran dragón, como los de los cuentos. Sin embargo, había algo que lo hacía diferente a los demás: su escamosa piel era de un gris opaco y triste, y Zazu se sentía invisible. Todos los dragones de su familia tenían colores brillantes y hermosos, pero él nunca pudo entender por qué su piel era tan apagada.


Un día, mientras exploraba los rincones más secretos del bosque, Zazu escuchó hablar de una fuente mágica que se encontraba en lo profundo del bosque, conocida como la Fuente de los Colores. Según los rumores, esta fuente tenía un agua especial que podía dar a quien la bebiera la capacidad de cambiar de color, justo como un arcoíris. Intrigado por la posibilidad de encontrar algo que lo hiciera especial, Zazu decidió buscar la fuente.


Caminó durante horas, atravesando ríos cristalinos, campos de flores brillantes y frondosos bosques. Finalmente, llegó a un claro donde la luz del sol parecía danzar sobre una pequeña cascada. Allí, en la base de la cascada, estaba la Fuente de los Colores, resplandeciendo con aguas tan claras y luminosas que parecían un espejo del cielo.


Zazu se acercó con cautela y, con gran esperanza, bebió un sorbo del agua mágica. En el momento en que lo hizo, algo increíble ocurrió: sus escamas comenzaron a brillar con una luz cálida y suave, y poco a poco, se transformaron en todos los colores del arcoíris. Primero fue un rojo brillante, luego un naranja cálido, un amarillo dorado, un verde refrescante, un azul profundo y un violeta misterioso. Zazu se miró en el reflejo del agua y, por primera vez, vio su verdadera belleza, reflejada en un caleidoscopio de colores vibrantes.


Cuentos infantiles, Cuentilandia

Emocionado por su nueva apariencia, Zazu salió a explorar el bosque para mostrar a los demás animales lo que había logrado. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que algo aún más especial sucedía. Al cambiar de color, Zazu comenzó a sentir una conexión profunda con los animales que encontraba en su camino. Cuando se tornaba rojo, las ardillas se le acercaban curiosas, y los pájaros, al ver su color, se posaban a su lado para compartir historias. Cuando sus escamas eran de un verde brillante, los ciervos y las liebres venían a saludarlo, como si reconocieran la calma y la armonía en él. En su forma azul, los peces del río salían a saltar y jugar alrededor de él, como si estuvieran invitándolo a unirse a su danza acuática.


Zazu pronto entendió que su habilidad para cambiar de color no solo lo hacía hermoso, sino que también le permitía entender a los demás. Cada color representaba una emoción, una conexión especial con los seres que lo rodeaban. Al aprender a usar estos colores, Zazu pudo hablar con todos los animales, desde el más pequeño insecto hasta el más grande de los árboles. Descubrió que, aunque cada uno era diferente, todos tenían algo único que ofrecer, y que cada color del arcoíris simbolizaba una parte de lo que los hacía especiales.


A medida que pasaban los días, Zazu se dio cuenta de que su color no solo cambiaba para conectar con los demás, sino que también lo ayudaba a entenderse a sí mismo. Aprendió a aceptar y valorar su propia diversidad, al igual que la del resto de los seres del bosque. El bosque entero comenzó a verlo como un puente entre diferentes mundos: el mundo de los dragones, el de los animales, y el de las criaturas mágicas.


Un día, cuando Zazu volvió a la fuente, le agradeció por haberle mostrado su verdadero ser. La fuente, como si lo hubiera oído, respondió con una suave corriente de agua, y Zazu entendió que no necesitaba más colores para ser especial. Él ya era único tal como era, y lo más hermoso de todos los colores era su capacidad para conectar con los demás y aceptar su diversidad.


Desde entonces, Zazu, el pequeño dragón del arcoíris, vivió feliz en el bosque, llevando consigo la lección más importante de todas: no importa cómo se vean por fuera, lo que realmente importa es la conexión y el amor que podemos compartir con los demás, aceptando sus diferencias y celebrando lo que nos hace únicos.


Fin.


By: Edgardo Delgado 



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