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Nico, el Pirata del Buen Humor: El Tesoro de las Risas que Cambió el Mundo

Cuentos de cuentilandia

Nico, el Pirata y el Tesoro de las Risas


Cuento infantil de aventura con mensaje sobre la alegría y compartir


Por: Edgardo Delgado 


En el corazón del océano, donde las olas cantan canciones de espuma 🌊 y los peces bailan en círculos de colores 🐠, vivía un pequeño y alegre pirata llamado Nico. Era tan pequeño que su sombrero pirata le tapaba un ojo, una oreja y parte de la nariz, pero eso no le importaba. ¡Él soñaba con encontrar tesoros!


Un día, revisando un viejo baúl del barco, encontró un mapa muy diferente: no tenía calaveras ni signos de oro, sino un dibujo de una gran sonrisa con letras que decían:


—“Tesoro de las Risas”


Nico rascó su barbilla con curiosidad 🧭.

—¿Un tesoro que no es de oro? ¡Esto suena divertido!


Así que junto a su loro Panchito —un ave verde muy habladora que solo decía “¡Ja, ja, ja!”— emprendieron una nueva travesía por los Siete Mares del Buen Humor ⛵️.


El Mar de la Gelatina


Navegaron primero por el Mar de la Gelatina 🍓, donde las olas rebotaban como almohadas y los pulpos jugaban a las escondidas. El barco brincaba de un lado a otro como una gelatina gigante.


—¡Uiii! ¡Esto sí que hace cosquillas! —gritó Nico riendo a carcajadas.


Allí, una medusa les regaló un chiste:

Historias de cuentilandia

—¿Qué le dijo un pez a otro pez?

—¡Nada, nada!


Todos rieron tan fuerte que hasta el timón del barco se sacudía de alegría.


La Cueva de las Carcajadas


Más adelante, llegaron a una isla escondida con una cueva misteriosa. De su interior salían sonidos extraños:


—¡¡JA JA JA JA JA!!

—¡HI HI HI! ¡HO HO HO!


Nico y Panchito entraron con cautela y se toparon con un cofre antiguo, cubierto de polvo. En lugar de oro, ¡estaba lleno de títeres, narices de payaso, sombreros locos, cuentos chistosos y caramelos que hacían reír!


—¡Este es el mejor tesoro del mundo! —gritó Nico mientras se ponía unos lentes gigantes y decía tonterías con voz de robot 🤖.


El nuevo propósito


Nico entendió algo muy importante:

La risa no se guarda… ¡se comparte!


Desde ese día, navegó por aldeas, islas y escuelas compartiendo su tesoro con todos los niños y niñas tristes que encontraba.


Los hacía reír con chistes, bromas y abrazos. Cada risa que escuchaba era como una estrella nueva que brillaba en el cielo ⭐️.


Moraleja del cuento:


La alegría es un tesoro que nunca se agota cuando se comparte.

Haz reír a alguien hoy… ¡y estarás regalando un pedacito de felicidad!


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